La piel nos ofrece un puente maravilloso, un hilo directo al mundo emocional del/de la bebé.
El estrecho contacto piel a piel que supone el masaje, nos dará la oportunidad de dedicar al/a la bebé un espacio y un tiempo de intimidad exclusiva, captaremos mejor sus mensajes y desarrollaremos cualidades especiales para conocerle/la y atenderle/la mejor.
El masaje infantil favorece su crecimiento, contribuye a equilibrar su sistema nervioso, alivia sus tensiones, le ayuda a conciliar el sueño, estimula sus defensas y mejora molestias tipo cólicos, estreñimiento, gases…
Día a día, el masaje puede convertirse en una manera más de alimentar a nuestros/as pequeños/as. Es un nutriente que no sólo beneficia al/a la bebé, sino también a los padres y a las madres fortaleciendo los vínculos, el respeto y la escucha mutua.
“Un buen día quizá nuestro/a hijo/a nos sorprenda pidiéndonos un masaje con sus propias palabras, y entonces sabremos que esa es su manera de decirnos que quiere sentirnos cerca.»